miércoles, 17 de junio de 2009

Ana Cecilia Velázquez

“El Homo sapiens tiene múltiples defectos de fábrica y es víctima de múltiples enfermedades sociales, y tenemos como único rector el cerebro, pero si éste no está afianzado con el corazón, tampoco funciona correctamente”
Raúl Páramo Ortega

Sin rumbo, perdidos en la senda que se pensó que nos traería la verdad, el bienestar y que contestaría todas las preguntas. La aplicación del método científico, un método que abandono los laboratorios para colocarse y abrir una abrupta brecha en las ciencias sociales, en la sociedad.
Berlín describe, en el texto El Divorcio Entre las Ciencias y las Humanidades, que el nuevo método busco eliminar todo lo que no pudiera ser justificado por el uso sistemático de métodos racionales. Escribe, después, que Descartes aseguraba que la verdadera ciencia descansa en premisas axiomáticas, de las cuales se podrán sacar verdades irrefutables para explicarse la realidad. Este nuevo método, pues, nos traería el verdadero progreso del conocimiento. Sin embargo se desdeñó y se le “hizo el feo” a todo aquel pensamiento y creación humana que no contara con una explicación o verificación, a todo aquello que no concordara con la idea dominante.
Los métodos abandonaron los laboratorios para intentar explicar, verificar y comprobar todo a lo que llamamos realidad. Así se adoptaron, casi mundialmente, formulas que habían dado resultados en sociedades especificas. Ultrajando tradiciones y forzando identidades políticas colectivas a adoptar la única formula (la verdadera) que nos traería bienestar, felicidad, que contestaría a cada una de las interrogantes. Así siguiendo el camino autoritario del método científico se forzó a implementar la democracia como el método que resolvería todos los conflictos humanos.
Páramo Ortega asegura que la identidad del mexicano es reflejo del trauma de su historia, que para comprenderla debemos regresar a los orígenes. Alegando que los Latinoamericanos, compartimos el trauma causado por la colonización; seres a los cuales les arrancaron sus tradiciones, desdeñaron sus prácticas y conquistaron a cruz y espada.
Pero a seres desmemoriados, analfabetos políticos, se les forjó a (vivir) en un sistema político del tipo democrático, adoptando el sistema que había funcionado en Francia y Estados Unidos. Haciendo de lado su pasado, las tradiciones y la carencia de madurez política necesaria en un sistema político de esta clase. Dadas las condiciones prevalecientes durante la época colonial y a los traumas causados por las diferentes luchas internas por el poder, tierra y libertad, los mexicanos padecemos de un temor a los levantamientos masivos, a la participación. Nos desarrollamos en un sistema donde se pugna (por la prevalencia de dogmas religiosos) por la sumisión y la aceptación y obediencia a la voluntad de Señor (ya sea el cacique, el presidente o Dios). Por ello ¿Cómo podría desarrollarse una democracia? ¿Cuando las bases sociales no están preparadas y motivadas a participar en ella?

Sin embargo no continuaré con mi justificación al desencanto y malestar por la democracia, era sólo un ejemplo para exponer, que en lo social, en los terrenos donde 2x2 no siempre es 4, sino tal vez 3, el método científico, tal vez no sea el más adecuado, ya que en el intento de explicar, verificar y obtener leyes que nos expliquen el absoluto comportamiento de la sociedad, esa búsqueda sedienta por la verdad (con la cual estoy de acuerdo con Jacob) nos ha hecho perdernos en un mar de nociones y olvidar un poco el corazón, causando un naufragio de las ciencias sociales, hasta el punto que la sociedad se pregunta su funcionalidad y la productividad de sus profesionales y estudiantes.
Intentando nadar a contracorriente, caminar con los pies atados, intentado volar con dificultades aun para andar. Analogías del estudio de lo social, utilizando un método racional. Se intenta concluir en la verdad, lo verificable lo que fue resultado de un método, de un conjunto de leyes naturales. Olvidando que la comprensión proviene no sólo del recuento y aceptación de los hechos pasados, sino del reconocimiento de que aunque somos seres distintos compartimos (y estamos conectados por un leguaje prevebal) esta realidad, que nuestras acciones (aunque minúsculas) influyen en la sociedad. Reconocer que podemos conocer y comprender con métodos distintos, que con materiales diferentes a los libros de texto y a las aulas llenas de conceptos abstractos.
Ojala no sea tomado como una idea romántica e ingenua de la realidad, yo creo que las ciencias sociales se pueden construir desde otros puertos, que no hay un camino para llegar a la verdad, sino que se va labrando al andar. Creo en la utilización del arte como medio de expresión, configuración y comprensión social, no sólo como una expresión humana que se hace por vender, o para comprobar que somos capaces de crear por el hecho de ser humanos.
Berlín, en su texto La Contra-Ilustración, apunta:
“El lenguaje, los ritos religiosos, los mitos, las leyes, las instituciones sociales, religiosas, jurídicas, son formas de autoexpresión, de deseo de exteriorizar lo que uno es y por lo que uno lucha; obedecen a patrones inteligibles y por esta razón es posible reconstruir la vida de otras sociedades, aun aquellas remotas en tiempo y lugar y absolutamente primitivas, preguntándose uno mismo qué clase de estructura de ideas humanas, sentimientos, acciones pudo haber generado la poesía, los monumentos, la mitología que fueron su expresión natural.
Sin embargo no hago de lado a la ciencia, ni a la exigencia de conocer la verdad, o a pugnar por el romanticismo o por la irracionalidad. Sólo creo que debemos tener un equilibrio entre razón y corazón, de nada nos sirve un cerebro de Einstein, sino somos capaces de identificarnos y comunicarnos con la sociedad. Y retomando la entrevista realizada por Raúl Torres en la Jornada, donde el psicoanalista Raúl Páramo Ortega ejemplificó las redes, conexiones del lenguaje preverbal (sensibilidad social, que debe unirnos a la sociedad) en Beethoven, quién, explica, que siendo sordo, percibía el alma del público sin ni siquiera ir él, a la propia objetivización externa de su creación espiritual.
No puedo negar que la clase fue y ha sido una sorpresa, los autores leídos y comentados, así como la participación de mis compañeros y el doctor han enriquecido mi manera de ver la vida, tal vez no sea capaz de responder preguntas, o no sea buena expresando lo que creo, pero me hizo ver que hay una opción diferente para pensar y configurar la realidad. Que el pequeño cambio en mi, en intentar comprender mi vida, puede cambiar mis acciones y tal vez a la postre logre cambiar las de mi entorno cercano. ¿O tal vez no? Pero ha sido un ejercicio que aprecio mucho pues ahí va mi reflexión del curso que yo LANZO al aire (que puede ser verdad o no) pero es mi creencia.

Jesús Alberto Sánchez Pimienta

Apreciaciones finales de un curso de Sociología contemporánea

Escribo. Escribo que escribo.
Mentalmente me veo escribir
que escribo y también puedo
verme ver que escribo. Me
recuerdo escribiendo ya y
también viéndome que escribía...
(El Grafógrafo. Salvador
Elizondo)

Titulé apreciaciones finales en lugar de conclusiones finales este texto por que me parece cierto que es cada vez más difícil concluir cualquier cosa. El adjetivo “final" es más bien una exageración.
Antes de tomar el curso y ante el título propuesto, pensaba yo que las sesiones discurrirían entre argumentos en favor y en contra de los métodos contemporáneos de acercamiento al estudio de lo social, bastó la primera sesión para desechar mi prejuicio, el curso transcurrió más bien en discusiones más bien filosóficas que metodológicas, pasamos de la posibilidad de lo nuevo, a los orígenes de la verdad, enfatizamos la importancia de lo lingüístico, y a cada momento parecía que nos alejábamos más de la razón, juzgándola inapropiada para resolver todo aquello en lo que le habíamos depositado esperanzas.
Centrare mis apreciaciones en los aspectos que más me han tocado del curso, a saber, el reconocimiento de que la verdad es una construcción social y la imposibilidad de escapar al lenguaje en cualquier actividad social.

1. De la Verdad a las verdades

El primer alejamiento de la razón como vía _única hacia el conocimiento, es el transito que nos lleva de la consideración de una naturaleza con propiedades veritativas (i.e. La naturaleza lleva en s__ la Verdad, disponemos de la razón para poder devalar esta Verdad, o acercarnos un tanto a ella), a entender que la verdad es una propiedad de los enunciados con los que nos referimos al mundo.
Las implicaciones de esta separación entre verdad y naturaleza son múltiples y profundas, la más importante a mi parecer, es la emancipación del carácter teleológico de la razón. Afirmar que no existe Verdad _única, nos lleva a desechar búsquedas fútiles que nos habían constreñido a través de la historia, si la razón nos acercaba a la Verdad, nuestro actuar debía razonablemente plegarse a lo que la razón señalaba.
Parecería que aceptar esto nos arrojaría irremediablemente a los terrenos de la irracionalidad, pero esa afirmación no es exacta, lo ganado en los terrenos de la razón es innegable, sin embargo no todo puede ser explicado a través de ella, y el método científico sólo puede acercase a una verdad, valga la redundancia, científica, es decir, inmersa en un discurso de características determinadas y cuya veracidad es aceptada como axioma.
Aceptar la multiplicidad de verdades, trae consigo problemáticas nuevas, necesitamos encontrar maneras de tender puentes, crear isomorfismos, identificar factores comunes que permitan superar los puntos de encuentro entre visiones distintas, sin recurrir a formulas universales o _éticas terminadas.

2. Discurrir en el lenguaje

La incapacidad de poder salir del lenguaje dentro de la actividad social es también un punto fundamental dentro de las reflexiones del curso.
Ahora es más necesario tener cuidado en la selección conceptual, en la forma de los enunciados, en las practicas discursivas subyacentes en todas las actividades sociales.
Más que nunca el debate se vuelve fundamental, pero ya no como forma de dilucidación de una única verdad, sino como método para tender puentes, buscar isomorfismos, expandir nuestras ideas.
El mundo entonces sigue siendo esa cosa extraña que no es nosotros, y nuestra existencia discurre en el lenguaje, en el que no estamos presos sino en el que vivimos y creamos y somos creados.

lunes, 15 de junio de 2009

Jacob Lozano

Un encuentro con la infancia.

¿Cómo podemos llegar al conocimiento verdadero?, ¿es necesario un método o es mejor estar guiado por sentimientos?; es una lucha constante entre estos dos polos; pero es una lucha histórica el ser humano y su búsqueda del conocimiento.
¿Qué precio pagamos por las verdades?, ¿qué precio pagamos por dicho conocimiento?; en la actualidad se puede contestar: inestabilidad con tu realidad. Inestabilidad con tu ser, con las personas que te rodean, tu vida, emocional, etc. Sin embargo los dos polos (“científico y social”) se han encargado de buscar dichas verdades, buscando una estabilidad, ya sea universal o a nivel personal. La lucha de estos dos polos ha traído la indiferencia, ya que se encuentran más ocupados en criticarse uno al otro, y es por ello que sus estudios se vuelven menos relevantes; la ciencia destruyó las emociones y las emociones destruyeron nuestra estabilidad.
Uno de los estudios esta basado: en que la explicación se basa en métodos, en ciencias exactas, en la comprobación de los datos; etc.
El otro esta basado: en que la explicación se basa en ideas individuales, en historias individuales, en las artes, en las expresiones más mundanas de tu ser, etc.
Sin embargo ninguna de los dos me tiene satisfecho, es mas, no sé si en verdad quiero dicho conocimiento. La ciencia te dice que no puedes explicar las cosas sin un riguroso método; que la interpretación del mundo va más allá de ti y en diferentes formas (numéricas, etc.), sin embargo cuando no utilizas nada de eso, buscas en ti, dejando atrás todo lo que te enlaza con la sociedad; ¿es acaso esto conocimiento?, ¿o simplemente te pierdes en limbo?
Para la aceptación del ser con el mundo, no hace falta más que tener estabilidad; una estabilidad parecida a la infancia; un momento en el que los problemas externos no tocan tu pensamiento y mucho menos el juego que realizas, un momento especial de indiferencia; ¿verdad; no verdadero?, a quien le importa. A mayor búsqueda del entendimiento humano, de verdad, de explicación, etc. es menor la estabilidad que se tiene con la realidad; no es gratis el nuevo existencialismo que tenemos en nuestra época, necesitamos estabilidad, no una venda en los ojos.
Una estabilidad ontológica, una estabilidad dada desde la infancia, la cuál perdimos en nuestra búsqueda sedienta de la verdad; perdemos el rumbo, al menos yo sí. –No cabe duda que el hombre esta lleno de errores-.

Carlos "La Máquina" Alvarez

Al parecer el punto de la cátedra ha sido buscar un nuevo sentido de la sociología, un nuevo por qué seguir haciendo sociología y qué implicaciones debe tener. Esto sale a debate desde que se considera que la sociología actual no da las repuestas, explicaciones que debería dar, ni resuelve los problemas que debería allanar, cualesquieran que sean estas soluciones y lo que las motivan. Esto me invita a pensar que la tarea sociológica no sólo tiene imbricaciones científicas sobre explicaciones técnicas del mundo social, sino también consecuencias éticas del tipo de respuesta y su utilidad para los “legos”, que no se limiten a descripciones causales científicas. Ya Marx el siglo pasado apuntaba que conocer la realidad era una tarea crítica que incluía intervenir en ella, y aunque la sociedad no haya sido la que Marx expuso ni nuestra sociedad tiene las mismas características que las de finales del siglo XIX, la premisa continúa siendo legítima. Y lo anterior tiene una causa probable: las ciencias sociales, al no ser solamente un arsenal metodológico ni tecnológico concernientes a cómo abordar y aprehender la sociedad, las valoraciones y jerarquías de problemas mas acuciantes entran en juego, lo que, siguiendo a Marx, indica que se debe hacer algo para cambiar el estado de las cosas sociales, esto bajo el supuesto de que la situación no es la correcta y que es modificable. De este modo, las ciencias sociales, si no se vuelven indirectamente discursos morales o éticos, al menos si se valen de alguno de ellos cuando discurren. Al respecto, Richard Rorty logra señalar que si hay algo que no se puede ignorar, eso es la crueldad. Esto necesita de al menos una breve descripción. En primer lugar, Rorty se apoya en la hipótesis de que no es posible demostrar que alguien puede ser feliz, pero si es admisible comprobar que sufre, por lo que el sufrimiento vendría a ser algo así como aquello que nos es común. En segundo lugar, no se trata de la crueldad que podemos ejecutar o sufrir en un plano privado o subjetivo, sino de aquella que se puede experimentar en colectivo, tal como las caídas de los salarios mínimos, limitaciones en los servicios de salud pública básica o mala calidad del medio ambiente. Algunos de estos problemas pudiesen parecer derivaciones de acciones inconscientes, indirectas, y por eso es necesario hacer explícito porqué pueden ser tratados como crueldades; muchas veces se tiene conocimiento del impacto de actos que pueden llevar a mermar las condiciones de vida de la población, y sin embargo se lleva a cabo, porque interfieren con objetivos de ciertas élites. Temas como los anteriores, con el historial de golpes que guardan, pueden ser auténticamente considerados una crueldad el no darles solución.
En cierta medida lo anterior choca con otra de las premisas de Rorty, que es la inconmesurabilidad de los valores. En su argumento quedan fuera las consideraciones sobre qué es más valioso y la manera de justificarlo, ya que un discurso que tenga la pretensión de apuntalar qué es mas importante, lo hace de manera ahistórica y por lo tanto, usando un lenguaje que no le es propio. Lo anterior interrumpe la definición de que la crueldad es algo de lo que tenemos que ocuparnos, dado que no hay manera proponerlo como ethos social. Sin embargo, se puede discutir que si bien combatir la crueldad no es más importante, o cualquier otro asunto, o así mismo que los problemas sociales mas ruidosos no provienen de la crueldad, si es posible definir algo como urgente; es decir, existen asuntos que debemos despachar, de lo contrario se sigue maltrecho mas allá, hacia el objetivo particular o colectivo que una sociedad, la que sea, se plantee. Aclaro: no escribo sobre lo que le es mejor a una sociedad, ni en su singularidad ni en su contexto, pero si sobre que la relativización de valores en Rorty no es tan contundente como se nos presenta. Entonces, si la crueldad no es el problema acuciante, y lo puede ser cualquier otro, el punto aquí no es encontrar o delimitar el problema, sino el reconocer que hay obstáculos insoslayables, incluso si éstos parecen carecer de importancia frente a otros mas impactantes.
Aun así, en Hannah Arendt encontramos un modo de visualizar un ethos social, siempre contextual, constante y contingente. Esta autora lo localiza en la comprensión; una reconciliación con el mundo y con la “realidad”, sin la cual no se puede dar cuenta de lo que le es común y significa a una sociedad y la cohesiona, o sitúa en un tiempo determinado. La comprensión no es igual a conocer, pero se implican; la primera se lleva a cabo sobre la base de la segunda; ni tampoco es igual al perdón, dado que éste puede ser traducido como olvido, y el punto no es una amnistía con los errores del pasado o del presente, sino una búsqueda del sentido comunitario. Dicha búsqueda no oculta que tiene un trasfondo histórico y una cara política, ya que, como dice Arendt, la acción es política, y la compresión es una tarea empírica, en la cual la parte intelectual se va formado a la par de la práctica. La compresión eminentemente tiene su plano en la polis, en la ciudad entendida como lugar lo político y de lo público, y en donde la pertenencia no sólo obedece a derechos y obligaciones, sino también a la iniciativa individual y responsabilidades, lo que hace dimensionar a la polis como un lugar ético donde se busca la mejor acción en función de la comprensión de lo que le es común a una sociedad política, en la que en cierto modo todos se vuelven actores públicos.
Arendt, en la misma tesitura que propone un modo de abordarnos, también plantea una forma de intervenir en la sociedad (forma muy a tono con la idea de la compresión), que consiste en usar la imaginación para evaluar y estudiar el momento histórico. Aquí el negocio ya no es estar “intelectualmente”o “académicamente” preparados para examinar el contexto, sino desprenderse de las categorías de análisis y pensar la situación desde la situación misma. Esto también va acorde a considerar la contingencia de la sociedad y la consiguiente necesidad de elaborar constantemente las perspectivas bajo las cuales se vislumbran los eventos sociales. La imaginación, en esta trama, debe funcionar como una “distanciación” que permita el diálogo con el mundo, volviéndolo familiar al entendimiento y a la experiencia diaria. La “distanciación” implica situarse en un punto de la historia, que no debe ser ni el pasado, presente o futuro, sino en una especie de diagonal desde la cual pueda ser observada la historia. Queda la duda de cómo acomodarse en la diagonal y a pesar de esto ver la historia desde dentro, y por lo tanto, si la compresión no deviene ex post, cuando la singularidad del contexto puede ser observada ya que es diferente y se contrasta con otras, pasadas y futuras.
Todo lo anterior apunta a que en cierto modo “metodológico”, la venia del curso era una nueva compresión del humano y su significación social; comprender al hombre desde lo más íntimo, no de su vida privada, sino de lo que de algún modo lo constituye como ser social y lo relaciona con los demás. En Arendt es evidente la preocupación temporal y la necesidad de entendimiento de lo que nos comunica qua especie, pero lo que no se manifiesta en sus argumentos es la necesidad de realizar esta empresa mediante la compresión del lenguaje. Rorty al respecto dice que esta compresión sólo es realizable en tanto reconozcamos que, así como la comunidad es contingente, el lenguaje empleado por sus miembros es así mismo contingente, cada cual usando metáforas que les son propias, por lo que para que la comunicación se de es necesario un momentum donde se capten las metáforas del otro. Charles Taylor es un tanto más explicativo en ese punto y comenta que podemos llegar a la “naturaleza” del humano si enfocamos los esfuerzos en el entendimiento del lenguaje, ya que si hay algo que distingue al hombre de los demás animales es su capacidad para el lenguaje. La importancia del lenguaje también radica en que el hombre no solamente piensa por medio de éste, sino también por medio de él siente y se expresa, por lo que el lenguaje no puede ser simplemente un instrumento a sondear, siendo así el modo de la experiencia misma.
Este autor intenta dar con una explicación del lenguaje por sí mismo para de ahí lanzarse a saber qué es lo que dota de sentido a las prácticas sociales, ya que esa es la incógnita sobre el lenguaje: ¿por qué significa algo? El lenguaje forma una práctica, y no sólo un discurso, en el cual tomamos un lugar en la colectividad de hablantes, expresando al mismo lenguaje y no sólo al “yo” –“mi”–, y dentro de ésta praxis significamos nuestras palabras y símbolos en relación con otros significados, que forman una red en la cual al emplear un símbolo este toca a otros así como a su dimensión semántica. Entonces, si la intensidad (y casi monopolio) de la expresividad es lo que vuelve al lenguaje la “excelencia” humana, el arte tiene un papel importantísimo que jugar, ya que es considerado el pináculo de la expresión y la significación. Pero en Taylor el arte no es autoexpresión, sino una respuesta a nuestra relación con el mundo, y tal el motivo por el que impacta. Si esto es visto desde la óptica de comprender el lenguaje, claramente el arte puede no ser manifestación del “yo” del artista, y subsumirse, si bien de modo particular, al conjunto de expresiones de una comunidad. El arte, definido de esta manera, no logra escaparse de lo social ni de las expresiones que se poseen o se recrean, y siguiendo a Theodor W. Adorno, el arte no huye de su contexto, pero sí se rebela contra él, y no de un modo definitivo, sino polémico, por lo que el arte no puede englobarse dentro de los testimonios corrientes de una sociedad. Sin lugar a dudas, Taylor da con un punto relevante al posicionar al lenguaje en el centro de la interacción, y así mismo darle el status de vía de la experiencia. El interpretar y comprender el lenguaje es entonces indispensable para cualquier labor que tenga como objeto dar cuenta de la sociedad, ya que es por medio de él que mostramos nuestra identificación o desidentificación con el actual estado de cosas, que es de esta tensión lo que compone al mundo, asunto que resulta mas claro con el arte desde que éste se mantiene en una especie de “antítesis” con la sociedad y en “comunión” con la vida anímica de los creadores, antes que con el de la comunidad.
De esta guisa, me parece que la sociología no puede ser llevada a cabo “artísticamente”, a menos de que esto se trate de una cuestión de actitud antes que de una de contenido, y de ser así, me parece que “artístico” no es la palabra correcta. El arte tiene un remanente social del cual no puede desprenderse, pero tampoco queda subsumido a él. Explicar al arte o a las obras de arte no muestra a una sociedad, y me atrevo a decir que las expresiones artísticas muestran mas lo que la sociedad no es, sin que esto tenga que ser interpretado como que son una “ficción” (¿y qué importa si lo son?), sino como un escape de la continuidad histórica y social; un devaneo empírico y metafórico con sus reglas y sus singularidades. No omito la importancia del arte en la sociedad, pero tampoco creo que la represente, y que de él, al ser el lenguaje más potente, coadyuve a dar cuenta por eso de la “naturaleza humana”.

El curso comenzó y continuó con preguntas fundamentales para las ciencias sociales, y en mi opinión, cumplió con su objetivo al pulirlas y al no darles una respuesta definitiva, sino al abrir vertientes y polemizar; lo importante es que al responderse generaba mas preguntas, y esto sin duda abona a la claridad. La cátedra también cumplió su objetivo desde la óptica de que supo mantener la tensión de los diferentes puntos de vista y reconoció que la creación se da el disenso antes que en el consenso, ya que el acuerdo constante es lo que crea la “tradición” que termina por no captar la realidad y volverse oscura entre sus conceptos, como lo que le sucedió a la sociología al caducar el estructural-funcionalismo. Por esto, estoy agradecido con mis compañeros y con el profesor, a los cuales espero haber contribuido en algo al dialogar con ellos durante el curso.

jueves, 11 de junio de 2009

Paulina Larrazabal

Cerrando algunas ideas de los contenidos del curso me gustaría iniciar con una de las interrogantes iniciales de la cátedra, sobre la pertinencia de la sociología contemporánea, el sentido que tiene ahora está ciencia, dada la fragmentación de la disciplina y el de la discontinuidad de los objetos de estudio y las perspectivas con que se venía pensando.
Si bien, han sido profundos las transformaciones de los objetos de estudio, y los cambios metodológicos en la sociología, la seguimos llamando sociología. Se abre así la interrogante sobre la pertinencia, el sentido que tiene actualmente la sociología y que la define, cuál es en todo caso su particular mirada. Ante los intentos de la sociología de erigirse como ciencia y resolver los grandes problemas del orden social moderno, es necesario replantearse sobre las posibilidades de estas pretensiones.
En el transcurso de la cátedra, se apunto a un cambio en la concepción que se tiene de lo social, de las posibilidades de conocer lo social, la historia, y creo que se llego a un punto de desconfiar de la razón como la única forma de asequibilidad de conocimiento, y sobre la concepción de encontrar una Verdad, fuera de nosotros, añadiendo así también las semejanzas que como narradores de la realidad, tenemos con la literatura, y el arte, compartiendo las intenciones de construcción de significados, de originalidad y diversidad, también en ocasiones presente en el quehacer sociológico.
En este sentido me parece atinada la propuesta de Vico, visto en el texto de Berlin “Contra la corriente”, donde considera que la nueva historia, más que ser una búsqueda causal, podría ser el recuento de la sucesión y variedad de la experiencia y actividad de los hombres, por que hay una continúa autotransformación desde una cultura hacia otra. Por lo que la sociología, tendería en todo caso a construir una comprensión sistemática de la sociedad, y la comprensión como idea clave, busca entender los motivos, el sentir, pensar y actuar de las personas en las sociedades. Creo que Vico lo dice atinadamente, cuando propone que la comprensión tiene como objetivo conocer, acercarse a lo que los hombres hicieron en el mundo en que se encontraron, lo que exigieron de él, cuáles fueron las necesidades sentidas, las metas, los ideales, el se refiere a que este conocimiento, lejos de ser como el de las ciencias naturales o exactas, sería un conocimiento como el que tenemos de un amigo, de su carácter, de sus ideales y motivos. La sociología no sólo responde a una lógica de acumulación de conocimientos, sino que está impregnada del espíritu de la época (aún los sin sentidos) en que desarrollan, con sus particulares construcciones de los problemas sociales, con los determinados intereses en generar cierto tipo de conocimiento y por los estilos de las narraciones que se hacen. También aquí se incluye la dimensión de la contingencia, que trata Rorty, dadas las posibilidades de nuestro conocimiento de lo social, no pueden ser explicaciones absolutas, y no pueden tener certeza absoluta, el conocimiento que podamos generar en la sociología, estará impregnado de temporalidad, en el estilo de Rorty, sería un reflejo de la contingencia en el quehacer intelectual en que estamos inmersos. Por esto es importante la permanente necesidad que tiene está disciplina de regresar sobre sí misma, de cuestionar su sentido y las preguntas que hace al mundo que quiere comprender, tal vez por esto Rorty dice que la libertad del hombre, es una libertad que puede entenderse solo en la comprensión de la contingencia. La sociología es también una construcción de sentidos, de interrogantes y respuestas al mundo en que nos encontramos.
Pensando así la realidad, las posibilidades de conocimiento de lo social, no podríamos pensar en términos absolutos, ya sean los discursos o las estructuras sociales, no son determinantes, ni están autocontenidos, están en relación y en juego constantemente.
Por eso la oposición a una pretensión poder desvelar una Naturaleza Humana, una idea de Verdad, porque estas pretenden eternizar las estructuras sociales en que son posibles, ciertos tipos de dominación, de percepción del mundo, es decir de una visión y división de este, pero como Bourdie apunta, esto es el producto de un trabajo continuado (histórico por tanto) de reproducción al que contribuimos como agentes singulares y a través de las instituciones. Castoriadis nos ayuda a pensar en el papel de lo imaginativo en las instituciones de la sociedad, creo que tiene que ver con el grado de lo indefinido, lo indeterminado y las posibilidades de construcción de lo social, así como de el recuente que como sociólogos hacemos de esto, que si bien han mostrado continuidades, también transformaciones en las prácticas y discursos, que moldean nuevos ordenes sociales, con distintos esquemas de percepción y valoración, y es en esto que adquiere sentido la sociología, en la comprensión de la complejidad de lo social, de por un lado ese choque entre las personas y las estructuras sociales, y por otro el de las continuidades y las rupturas en la historia de las sociedades, donde nos interesa comprender el significado de las acciones, de los motivos en que nos movemos en el mundo social y tratamos de conocerlo y narrarlo.

Natalia Ortalejo

“Pero la prueba de la importancia de la imaginación es la existencia de lactantes anoréxicos, que incluso pueden morir, encerrándose tan bien en el mundo de satisfacción alucinatoria en el que están, que la presencia real del pecho, aparece como una perturbación, y no quieren salir de ahí”.
Cornelius Castoriadis.

El giro que dio la reflexión sociológica a mediados de siglo XX, hace una diferenciación en cuanto a la recuperación del sentido constitutivo de los elementos simbólicos en la vida social, por lo tanto esta latente una adecuación metodológica pertinente para esta nueva agudización de lo social. Una muestra de este nuevo estadio es repensar la inserción de lo íntimo y como repercute en lo social.
Tomando como punto de partido la línea de pensamiento que desarrolla Castoriadis, en Sujeto y verdad en el mundo histórico social. Los puntos que en particular me interesan resaltar son, el orden del mundo y el orden del ser, como un orden lógico y social se ve enredado por una parte psíquica no dominada y con una resistencia perpetua, donde todo pasa, todo se agota, todo se rompe, y el tiempo que transcurre destruye. Esta dicotomía se ve materializada a través del imaginario social que se manifiesta por medio de las instituciones y de las significaciones individuales imaginarias existentes.
Con la aparición de lo imaginario nos distanciamos de la realidad, hablando en términos más prácticos que analíticos, nos insertaremos en esta lógica de sujetos que desarrollan a través de su imaginación representaciones sociales desplazadas de lo “real”, pero que a su vez, están sustentadas en un imaginario colectivo.
Considerando esta intersubjetividad, cómo pretendemos acercarnos a la realidad rica en significaciones, utilizando tipos ideales, es entonces donde nos tenemos que detener y reflexionar, que todo este enriquecimiento teórico, deja una invitación al rechazo de estas formulas estructuradas, para abrir camino a otras formas de aprehender la vida social, observando más detenidamente las implicaciones que la vida intima de los sujetos aporta a la vida colectiva.
¿Pero los sujetos seremos capaces de esta responsabilidad?
O por eso será tan caótica la vida cotidiana, puesto que en el momento en que la realidad atraviesa nuestro sistema cognitivo la desmantelamos y nos separamos un poco de la realidad, que a su vez esta siendo decodificada por los “otros”, ¿cómo hacer que este escenario que nos brinda la imaginación no nos convierta en sujetos paranoicos? ¿Cómo encontrar estabilidad donde todo aparece como posible?
Aquí se podría retomar una transformación de lo social, por medio de la transformación de la vida intima, que es en la esfera donde podemos tener más poder de transformación. Y posibilitar nuevas formas de ser y estar.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Clase 24 febero 2009

Lección introductoria al curso.

1.-

Antes de abordar el propósito didáctico del curso, quisiera referirme a las preocupaciones que le dieron origen y que habrán de servirme de guía a lo largo del tiempo que vamos a compartir en el aula. Nunca había tenido la oportunidad de impartir una clase para centrarme en intereses intelectuales totalmente personales.

Aunque he dado cursos optativos con temáticas escogidas por mí mismo, siempre me he sustentado, en mayor o menor grado, en el propósito de exponer lo que ofrece un autor, o un grupo de autores. Por alguna razón que bien valdría la pena explorar, muchos o casi todos los profesores estamos acostumbrados a repetir ante los alumnos las ideas de otros. No quiero decir que uno siempre y en todo momento debería ser original en lo que dice frente a los estudiantes. Eso, por supuesto, no es posible. Finalmente, como dice la vieja máxima, no hay nada nuevo bajo el sol, y el pensamiento siempre se construye con o contra realizaciones intelectuales previas. Sin embargo, creo que un profesor que aspire a respetarse a sí mismo debería intentar pensar por cuenta propia cuando menos de vez en cuando. Se trata de ir un poco más allá de lo que han dicho otros, tratar de criticarlos, buscar generar miradas distintas; se trata, en todo caso, de plantearse problemas cercanos a uno mismo. Deberíamos intentar expresar reflexiones ligadas a situaciones que nos vinculen, de alguna manera, con la particularidad de nuestras vidas, con nuestros intereses y con nuestra circunstancia. Creo que si es eso lo que se intenta se podrá dar un paso, pequeño, ciertamente, pero importante, hacia la originalidad.

Aparte de la dificultad intrínseca que entraña la búsqueda y el logro de la originalidad, muchas cosas atentan contra ella. En la universidad se nos suele enseñar a pensar la realidad a través de enfoques producidos por otros y para otras latitudes. Acaso debido a las pretensiones de absolutizar el conocimiento y asentarlo sobre bases sólidas, se intenta construir cánones establecidos, establecer criterios de demarcación entre aquello que posee la autoridad del conocimiento y aquello que no es digno de llevar la etiqueta de hallazgo científico. Esa ha sido una aspiración de la moderna sociología bajo la influencia del positivismo y el cientificismo. Se trata del consabido propósito metodológico de separar la metafísica del conocimiento. La meta, se nos ha dicho, es hacer a un lado, en la práctica del sociólogo, la ideología, las prenociones, las explicaciones prácticas que los seres humanos tienen acerca de sus vidas, las creencias que dan sustento a la vida social en el día a día.

(La tesis de Jacob; no tirar el niño con todo y el agua sucia. Es importante considerar que las reglas metodológicas tienen la función de señalar criterios para orientar el quehacer intelectual, de manera que distingamos la buena ciencia de la mala…)

¿Hacia dónde nos conduce todo eso? Yo creo que, entre otras cosas, nos conduce a la paradoja de erradicar nuestra propia capacidad de examinar la realidad por nosotros mismos. Nos condena a la necesidad de utilizar muletas mentales, de manera que terminamos convirtiéndonos en lisiados intelectuales. Y lo que es peor: en un caso extremo solemos tratar de vivir la vida intelectual de otros, o de pensar la sociedad y la historia, por ejemplo, desde la perspectiva de enfoques creados y pensados para otras realidades, para otras épocas históricas y también, por supuesto, para otras circunstancias existenciales. Es como si, debido al culto por los grandes autores, renunciáramos a ejercer nuestro propio sentido común. No quiero dar a entender que uno se puede volver original impartiendo un curso dedicado a preocupaciones que cree propias por el simple hecho de no corresponder a ningún plan de estudios predeterminado, o por estar organizado de acuerdo a preferencias que uno considera personales. Tampoco quiero dar a entender que por el simple hecho de dar un curso “institucionalizado” uno está privado de toda posibilidad de ser original en alguna medida. Por otro lado, la incapacidad para pensar por cuenta propia también puede presentarse cuando el profesor se inscribe en esquemas de pensamiento que explícitamente rechazan el positivismo. Esto significa que el asunto de la originalidad, la capacidad para pensar por cuenta propia, no está en función de la utilización de alguna metodología en particular. Sin embargo, las metodologías rígidas con que a veces se trabaja en los ambientes académicos pueden inhibir la creatividad intelectual en aras del rigor y la objetividad.

¿Qué es la originalidad? ¿Tiene tanto valor por sí misma como para que merezca la pena interesarse en ella? La originalidad es una cualidad que tiene que ver con la unicidad, el carácter distinto, particular e irrepetible, de una obra o de un acto, de un pensamiento o de un argumento. La originalidad responde a la capacidad para exteriorizar elementos de la personalidad que son particulares y que no se comparten con los demás: una reflexión, un grupo de notas musicales, una imagen, una acción plástica, una estructura arquitectónica, una forma, un modo de expresión… Todos estos elementos son, de alguna manera u otra, proyecciones de la subjetividad. Lo que pueda haber de originalidad en una obra o en una acción de cualquier índole responde al hecho de estar en relación con un quieny no con un que. En cambio, aquellos elementos en una obra o en una acción que no son susceptibles de ser considerados originales se correlacionan con un "que" y no con un "quien". Es decir, cuando uno inquiere por el origen de una obra o de un acto la pregunta se fórmula así: ¿quién la hizo?, y no así: ¿qué la hizo? (Arendt, La vida del espíritu). La originalidad, en lo que tiene de prístino, es contraria a la reproducción mecánica y a la repetición, se opone a la imitación y al conformismo con lo establecido. De ahí se sigue que los aspectos no originales de algo están en función de procesos ajenos a la individualidad creativa: causas, factores, procesos… En todo caso, las obras y los actos, en sus aspectos no originales, no son "hechos" en el sentido de haber sido realizados o creados por alguien, sino que son la consecuencia de procesos de fabricación, producción o provocación. Explicar tales obras y actos, implica responder a la pregunta ¿en qué consiste su proceso de producción?

La originalidad es cercana a la autenticidad y por momentos ambas pueden coincidir, aunque de ninguna manera deben ser consideradas como sinónimos. Se puede ser auténtico, es decir, coherente con los sentimientos o propósitos de uno mismo, sin pretender ser original; lo contrario es igualmente correcto: se puede ser original, en términos de desarrollar creaciones de valor único, sin pretender ser auténtico. Se trata de conceptos que responden a lógicas distintas. La autenticidad es una categoría fundamentalmente moral y suele denotar aspectos de índole psicológica; la originalidad, por su parte, es una categoría estética y teórica. Considero que la originalidad tiene valor en la medida en que procura una forma de realización de la plenitud humana. Expresar la propia individualidad tal vez sea uno de los goces humanos más altos que se puedan alcanzar. No es casual que lo contrario de la expresión de la propia individualidad sea una condición conceptualizada por el pensamiento crítico: la alienación. El marxismo ha definido a la alienación como el hecho de que el ser humano no se reconozca en los resultados de sus actos, la situación en la que los trabajadores se convierten en apéndices de máquinas o en componentes de procesos de fabricación de objetos en serie, la circunstancia en la que los productos de la actividad humana devalúan la capacidad creativa y la convierten en un simple factor de producción. Creo que la contraposición entre realización de la originalidad y la alienación explica el hecho de que filósofos como Theodor Adorno hayan considerado al arte como una vía de emancipación humana.

Pero el valor de la originalidad no reside únicamente en lo que procura desde el punto de vista de la realización de lo humano o de la consecución de placer estético. La originalidad puede ser también un componente del proceso del conocer, un elemento heurístico. El análisis, el examen, se vuelven originales si logran descubrir hechos novedosos, hallazgos que no existían, o si logran visualizar bajo puntos de vista distintos los mismos hechos generando con ello nuevas explicaciones de la realidad o haciendo posible la existencia de nuevos modos de dar significación a esta última. El filósofo Karl Popper, en una de sus obras clásicas, sostiene el punto de vista de que el conocimiento científico es un proceso sin sujeto. Según entiendo, esto quiere decir que para conocer de forma científica el investigador debe proceder de acuerdo con un método que, en el análisis de la realidad, erradique la participación de elementos subjetivos. Los enunciados científicos deben estar construidos de modo que se refieran a realidades susceptibles de ser reconocidas y explicadas no por una sola persona sino por una pluralidad de personas. La prueba de un intento de explicación de un fenómeno consiste en ponerlo a disposición de los demás para ser criticado y, en su caso, refutado. ¿Si esto es correcto, y creo que lo es, quiere decir que para hacer ciencia es necesario hacer a un lado la originalidad por lo que esta contiene de subjetiva? ¿Cuál es el papel de la originalidad en la ciencia? ¿Es distinta esta última a la originalidad en el arte?

La distinción entre lógica del descubrimiento y lógica de la justificación, también, por cierto, de raigambre popperiana, nos da una pista para intentar responder a la primera pregunta. En todo caso, diría Popper, el descubrimiento puede proceder de múltiples maneras: desde la intuición y la mera ocurrencia hasta el razonamiento ordenado; su lógica es no tener lógica alguna. En cambio, la lógica de la justificación va más allá: supone la racionalidad de los enunciados y su construcción bajo condiciones de refutabilidad, es decir, condiciones de contrastación en última instancia con el comportamiento de la realidad. Podría afirmarse, pues, que la originalidad se restringe al momento creativo y queda suprimida en el momento de la justificación: un enunciado científico subsiste en la medida en que deja de ser producto de un sujeto individual y puede ser reconocido como válido por los demás que se apropian de él. Sin embargo, cabe la pregunta: ¿eso es atentar contra la originalidad? La respuesta es que no, puesto que los enunciados, por más que deban estar construidos de manera que puedan ser examinados y refutados críticamente por una pluralidad de seres humanos, pueden seguir siendo originales en el sentido de que apuntan a hechos desconocidos o generan significaciones igualmente novedosas. De alguna manera, también en el arte ocurre que las realizaciones de los creadores deban ser “confirmadas” por un público en el sentido de ser reconocidas como portadoras de significados expresivos de valía. Esto no les quita su originalidad ni hace irrelevante la autoría que les dio su origen. Evidentemente, la lógica de acumulación de conocimientos que preside el desarrollo científico no ocurre en el arte. En éste, las obras no pueden ser refutadas en el sentido en el que sí lo pueden ser los trabajos científicos: las obras de arte conservan su valor aún a pesar de que surjan otras distintas. En cambio, la lógica del desarrollo de la ciencia implica que los hallazgos estén necesariamente destinados a su refutación por nuevos hallazgos en un espiral que no termina nunca.

¿Quiere decir entonces que en la medida en que los conocimientos novedosos, generados alguna vez por individuos creativos, son validados por los demás, están condenados a perder su originalidad? Esta pregunta prefiero dejarla abierta por ahora. Acaso pueda discutirse en la clase. Como otro elemento para la clase, debo decir que encuentro una cierta afinidad entre el planteamiento expresado arriba, de la diferencia entre lógica del descubrimiento y lógica de la justificación, con la distinción weberiana entre relación de valor y momento explicativo. ¿Ofrece la relación de valor elementos de originalidad? ¿Se pierde ésta en el momento de la contrastación con la cadena de hechos explicativos? ¿Dónde queda el rol que juega la imaginación sociohistórica en todo esto?

2.-

El punto de partida del presente curso está definido por el propósito de construir una idea de la sociología. Más precisamente, una idea de su sentido, su visión y su método. ¿Tiene la sociología un sentido hoy en día? ¿Cuál es, propiamente, su visión, su perspectiva? ¿En qué consiste la mirada sociológica? Más todavía, ¿podríamos hablar de un método para la sociología cuando lo que hoy prevalece es la tendencia a la especialización constante y a la fragmentación de puntos de vista? Debe añadirse que hay otro punto de partida: la necesidad de alimentar al quehacer de la sociología con perspectivas generadas desde otras disciplinas o áreas del quehacer intelectual. Un estudiante cuyo bagaje previo le permita pensar sin supuestos tal vez se sorprenda con la sola posibilidad de formular estas preguntas. Paso a tratar de explicarme: sería pertinente, por ejemplo, preguntarse por el sentido y la visión de la física. Seguramente sí, ¿pero se trata realmente de preguntas similares? ¿Cuándo hablamos de del sentido de la física nos referimos a algo parecido que al sentido de la sociología? Tal vez esa pregunta, para el caso de la física, se responda diciendo que hoy en día la física estudia esto y aquello, y que los problemas que le atañen son este y este otro. Y tal vez alguien pueda afirmar que eso mismo ocurre en el campo de la sociología, y lo que hoy estudia la sociología es distinto a lo que estudiaba ayer, y que los métodos empleados difieren de tal y cual manera con respecto a los empleados en el pasado. Y que entonces el sentido y la visión de la sociología cambian constantemente; en todo caso, están en función del descubrimiento constante de nuevos hallazgos que expandan la capacidad para explicarnos y explicarle al público la vida social. Quien piense esto último de alguna manera, creo yo, asume que la ciencia social trabaja de acuerdo con una lógica de acumulación de conocimientos. Si esto es así, se diría, por qué tiene que existir un curso en el que un profesor nos hable de la visión, el sentido y el método de la sociología.

Acaso la trayectoria del curso no sea más que el propio camino seguido por el profesor en su zigzagueante y no siempre afortunado intento de dotarse a sí mismo de una comprensión del mundo. ¿Será, después de todo, sociología? Esta es, por supuesto, una pregunta que no se puede responder a priori, sino después de terminado el curso. Es evidente que una tentativa intelectual como la que aquí se presenta no está exenta de supuestos sino todo lo contrario. El supuesto básico, precisamente, es la consideración de que la práctica de la sociología está abierta a la proyección de la propia creatividad de quien la cultiva. En ciencias sociales no hay cánones establecidos ni criterios rígidos, paradigmas consolidados que determinen los caminos a seguir: el campo de realidad a indagar, los problemas a resolver, las herramientas a utilizar… En gran medida, la sociología es una disciplina en la que prevalece una gran indeterminación. Yo la concibo como un campo abierto al ejercicio de la creatividad. No tiene un paradigma único. Es probable que esto se deba al hecho de que los problemas que indaga son, en buena medida, de corte filosófico. Con Isaiah Berlin podemos decir que la sociología trata de responder a preguntas sobre estados del mundo real pero también a preguntas para las que no existe un método de investigación definido. Como él diría: las ciencias sociales están a medio camino entre las ciencias factuales y formales, por una parte, y la filosofía, por la otra. Pero la indeterminación no se debe solamente al carácter filosófico de muchos de los problemas que estudia la sociología; también se debe al hecho de que no cuenta con una estructura conceptual única y compartida por una gran comunidad científica. No hay consenso en cuanto a la naturaleza del objeto de investigación. Algunos de ustedes pensará: el objeto de estudio es la sociedad, o las relaciones sociales, y si esto es así no parece haber razón por la cual no exista consenso conceptual en la sociología. Resulta que casi todos los sociólogos importantes ofrecen definiciones distintas acerca del objeto de su disciplina, además de que ofrecen definiciones distintas de la sociología. ¿Cómo salir de este atolladero? Es imposible hacerlo de forma absoluta. Me parece que la sociología es una disciplina destinada a permanecer en un estado de crisis. Pero esa no es una circunstancia necesariamente lamentable. Sería lamentable si trabajamos bajo el modelo de cientificidad de las ciencias naturales o formales. En todo caso, es una circunstancia no elegida por nadie. Así es y hay que enfrentar la situación. Lo que existe es una multiplicidad de caminos abiertos para el estudioso de lo social. Desde la escala de análisis (lo micro, lo marco, lo meso, el presente, el pasado) hasta el énfasis en los aspectos de la vida social a estudiar (el conflicto, la estabilidad, el cambio, la evolución, la revolución, la reproducción, la permanencia, el conformismo social, la anomia, etc.). ¿Debemos privilegiar el estudio de unas instituciones en lugar de otras? El problema comienza en que no tenemos una idea precisa de la vida social como tal.

La sociología nació como una disciplina obsesionada con la idea de alcanzar el estatus de ciencia, a la manera de las ciencias naturales o formales. Nació también con la misión de constituirse en un recurso crucial y eficaz para resolver los grandes problemas generados por el moderno orden social capitalista. Sin embargo, esos objetivos, a lo largo del tiempo, serían difíciles de alcanzarse, por no decir prácticamente imposibles. En vez de constituirse como una disciplina dotada de un conjunto de presupuestos conceptuales, epistemológicos y metodológicos claros y compartidos por una comunidad de cultivadores, la sociología se convirtió, más bien, en un campo de confrontación entre posiciones diversas muchas veces contradictorias entre sí. Asumir las consecuencias que de ello se derivan es crucial para dotarse de una forma de practicar la disciplina sociológica. Para decirlo de otro modo: tarde o temprano, el estudioso de la sociología, o el investigador de lo social con pretensiones sociológicas, está obligado a asumir una posición “metodológica” pero también existencial, o, mejor dicho, está condenado a desarrollar una manera de ejercer su actividad con determinada coherencia, consistencia y oficio. Es un asunto que, bien pensado, toca las fibras intelectuales y morales más íntimas de la existencia del sociólogo. Sólo es posible escapar de ese predicamento, y, por lo tanto, no encararlo de frente, si uno se decide a aceptar de manera acrítica los cartabones del formalismo del método o si se internalizan los dogmas de alguna de las iglesias sociológicas en boga, o algunos de los credos “científico-sociales” de moda.

¿Y si no se asume la fe en los dogmas de los credos, qué queda? No queda sino correr riesgos e intentar pensar por cuenta propia, hacerse de un oficio intelectual, camino que, por cierto, es el único que, en opinión del profesor, puede conducir a alguna parte. Desde ahora, vale la pena poner en claro que la búsqueda de "la Verdad" la Verdad, con mayúsculas, es algo que aquí, en este curso, se pretende poner entre paréntesis o, para decirlo de otro modo, se pretende dejarlo para mejor ocasión. Con esto no se quiere decir que todo valga o que la sociología --¿debe decirse, la mirada sociológica?—debe abandonar la búsqueda de criterios para distinguir los enunciados válidos de los que no lo son. No se asume aquí que la sociología deba abandonar toda pretensión de racionalidad o de rigor. La búsqueda de la originalidad no está reñida con la racionalidad…